La demanda de bebidas energizantes crece en México, donde se comercializan más de 50 marcas con apoyo de eficaces estrategias publicitarias. Sin embargo, esta tendencia —que en términos económicos es benéfica— no siempre resulta igual de provechosa para la salud humana, que podría verse muy afectada por el consumo desinformado de esa clase de productos, advierten especialistas en nutrición.
La ingesta de las también llamadas bebidas ergogénicas como Red Bull, Volt+440, Blue Shot, etc. —que contienen principalmente sustancias como la cafeína, además de carbohidratos y minerales— creció a una tasa de 500% entre 1998 y 2004 en México. Según Euromonitor, el consumo nacional de tales productos aumentó 64% entre 2003 y 2008, diez veces más que la demanda de refrescos, que durante el mismo periodo sólo se elevó en 6.7%.
Tal tendencia obedece a la imagen positiva que las industrias han forjado para estos productos desde su lanzamiento en 1997, al ofrecerlos como una alternativa saludable, con ingredientes exóticos naturales para mantener el rendimiento físico o mental del organismo aun en condiciones adversas de fatiga o estrés. Y aunque es cierto que elevan el rendimiento energético (por su contenido de calorías), los consumidores deben conocer también sus desventajas, señala la nutrióloga Verónica L. Ramírez Badía.
“Debe evaluarse el estado de nutrición y, de acuerdo con el tipo de actividad y alimentación del individuo, recomendarle el consumo de estas bebidas, pues en la mayoría de los casos se toman sin conocimiento alguno o por sugerencia de entrenadores en gimnasios”, agrega la profesora de la Escuela de Dietética y Nutrición del ISSSTE. “No deben ser ingeridas por personas que sufren hipertensión arterial o problemas cardíacos, pues los excesos producen taquicardia, temblores, insomnio o náuseas, entre otros trastornos”, advierte.
El problema es el consumo excesivo o no informado de estas bebidas, coincide el investigador Agustín López Munguía, del Instituto de Biotecnología de la UNAM. La cafeína, la sustancia más comúnmente usada en ellas, “es un estimulante del Sistema Nervioso Central y diurético; interfiere con la hormona adenosina, lo cual anula el sueño. También provoca aumento en el ritmo cardíaco, hipertensión, temblores e incluso arritmia”, recuerda el biotecnólogo.
Otros ingredientes
Señala que el límite superior de toma recomendado por los expertos es de unos 300 mg de cafeína al día. Esta cantidad correspondería a tres litros de refresco de cola o siete cafés express o un kilo y medio de chocolate o poco más de un litro de té o entre tres y cuatro latas de Red Bull (el contenido puede variar según la marca). También debe considerase su alta proporción de azúcares, que en condiciones de poca actividad puede favorecer el sobrepeso y la obesidad.
La cafeína —estimulante del SNC que también está presente en el guaraná, planta exótica originaria de Brasil— no es la única sustancia contenida, en mayor o menor proporción, en esos líquidos. Otras de las más comunes son, junto con los extractos de hierbas como ginseng o ginko biloba, la carnitina y la taurina, llamada así por proceder de la bilis del buey. Ambas son aminoácidos, que constituyen los bloques básicos para construir las proteínas en el cuerpo.
La carnitina proviene de los alimentos de origen animal, sobre todo carnes rojas, pescado, pollo y lácteos, por lo cual no es necesario dar suplementos que la contengan, expone la nutrióloga del ISSSTE. “Ayuda a la oxidación de ácidos grasos y durante el ejercicio se relaciona con la resistencia a la fatiga, pues hace que la glucosa en la sangre disminuya los requerimientos de oxígeno al hacer trabajos definidos”, añade la experta.
No obstante, aclara Ramírez Badía, cuando se suplementa en mayor cantidad a la requerida es eliminada del organismo a través de la orina, lo cual propicia que los riñones trabajen más de lo necesario. Por su parte, la taurina, además de constituir el principal componente de la bilis, es también un neurotransmisor (facilita el envío de señales químicas y eléctricas entre las células cerebrales).
Entre sus funciones está integrarse a las sales biliares —junto con otros compuestos— para emulsificar y digerir la grasa y así liberar energía. Proviene de productos como huevo, pescado o carnes y su proporción en las bebidas energizantes va de 100 a 250 mililitros por lata. Ayuda a mejorar la función cardíaca durante el ejercicio, pero su ingesta excesiva puede generar depresión.
A decir de López Munguía, otros efectos indeseables que puede generar la taurina incluyen insomnio, temblores, ansiedad, palpitaciones, hiperactividad y aumento en la frecuencia urinaria. Otra sustancia común en las latas de estos productos es la glucuronolactona, un carbohidrato derivado de la glucosa que es producido por el metabolismo en el hígado y que forma parte estructural de casi todos los tejidos conectivos.
Con alcohol, una mala combinación
Ambos investigadores concuerdan en que, si bien la venta de estas bebidas está autorizada por la Secretaría de Salud en el país u otras entidades similares como la Food and Drug Administration en EU bajo la forma de suplementos alimenticios, es necesario efectuar estudios para probar sus efectos a largo plazo o para determinar si realmente tienen las propiedades anunciadas, pues no hay evidencias científicas sólidas de ello, salvo en el caso de las vitaminas.
Un factor de riesgo especialmente relevante es el consumo combinado de energizantes con bebidas etílicas, una práctica sumamente común sobre todo en grupos de jóvenes que acuden a bares y discotecas. En estos casos, el efecto estimulante y diurético de la cafeína se contrapone con la acción depresora del alcohol, lo cual puede ocasionar diversos tipos de afectaciones.
De acuerdo con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), esa combinación genera una falsa sensación de bienestar (el efecto del producto “engaña” al organismo, que deja de sentir sueño o fatiga cuando requiere descanso) lo cual se traduce en pérdida de movilidad y reflejos. Esto a su vez, puede aumentar las probabilidades de sufrir accidentes de tránsito y acentuar la dependencia al alcohol y la deshidratación del cuerpo, con todas las secuelas, aun mortales, que implica.
“El problema con estas bebidas es la escasa regulación que hay para su venta y la indiscriminada promoción de su consumo”, asegura López Munguía en un artículo de la revista de divulgación ¿Cómo Ves? (En busca de la energía perdida. ¿Qué te tomas?, No 98). “Mientras en países europeos su venta no está autorizada, en muchos otros, incluido México, se promueve en lugares selectos: discotecas, clubes deportivos, etc.”, reflexiona el investigador de la UNAM.
Verónica Ramírez Badía comparte esta inquietud: “estoy totalmente de acuerdo en que la compra y publicidad de estas bebidas energizantes debe estar mucho mejor regulada, en beneficio de los consumidores que desconocen el riesgo a la salud que implican”. Estos peligros son aun mayores para los niños, ancianos o personas sensibles a la cafeína. Tales inconvenientes a veces no son descritos en las etiquetas con claridad. También es frecuente que los montos de ingredientes se señalen con referencia a porciones por envase (por ejemplo, 1.5) y no al contenido total de líquido en la lata, lo cual sería mucho más simple y facilitaría al consumidor establecer comparaciones y dosis apropiadas.
Por ello, el titular de la Comisión Federal para Prevenir Riesgos Sanitarios (Cofepris), Miguel Ángel Toscano, solicitó en marzo pasado a los diputados federales impulsar diversas reformas a la Ley General de Salud en la materia.
En un comunicado, Toscano informó que la Cofepris busca cambios en la Norma Oficial Mexicana 218 —que ya se encuentran en trámite— para obligar a las empresas fabricantes a clarificar las leyendas en sus etiquetas y advertir a los consumidores de los peligros que entraña beberlas junto con alcohol. La idea es establecer un monto máximo de cafeína de 33 mg por cada 100 ml de líquido. A la fecha, ese límite está entre los 108 y 382 mg del estimulante.